jueves, 29 de septiembre de 2016

aunque no me guste, le prefiero a usted, señor ladrón

frente al político corrupto, desde luego tiene usted mi simpatía. viene de frente o de espaldas, me da igual, con su navaja en la mano. pero poniéndose en situación de peligro igual que pone la mía, porque usted no me conoce y no sabe si sé defenderme o si voy armado. seguro que siente miedo y nervios antes de salir de casa. cosa que no conoce el que ingresa talones desde el sofá de su despacho.

con usted tengo la posibilidad de responderle, de defenderme poniendo quizá en riesgo mi salud. con el político estoy obligado a vaciar mis bolsillos y al final, mi salud saldrá perjudicada con toda seguridad el día que necesite ir a un hospital.

usted no irá a hacerse rico en la calle. probablemente sólo quiera sobrevivir, como cualquier otro, y se ha quedado sin opciones. dirán que quiere el dinero para drogas y para vicios. dudo que el político done sus ilícitas ganancias a organizaciones caritativas. y al final, lo único que lo mueve es la avaricia.

usted me roba una vez, y me quita lo que llevo en la cartera. probablemente no me encuentre jamás con usted y sólo habré perdido lo que llevara encima. el político corrupto me roba cada mes, me roba cada día, de forma constante, hace que me tropiece en las aceras, que espere en las oficinas, que llegue tarde cuando voy en autobús, que los niños no aprendan bien, que la vecina del tercero pierda su casa, que un niño muera en el país vecino... y eso lo hace mientras se ríe y diciendo que no hace daño a nadie.

dependiendo de lo que lleve en la cartera, puede que vaya mal un día por el susto, la semana, o el mes, si llevaba mucho. pero el corrupto me robará siempre. porque quizá entre alguno en la cárcel (poco en comparación con lo que pasará usted si le pillan por robar unos billetes), pero cambiará de cara y otro que será amigo de otro ocupará su sitio.

no me gusta señor ratero, pero le prefiero.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

la tuba del Populart

la tuba ya no suena. la colgaron en la pared. abollada y atesorando polvo en los rincones que no llega el plumero. el tiempo hace mucho ya que soldó los pistones con el óxido verde. la tuba, en lugar de emitir sonidos, escucha los conciertos que suenan en el escenario, como espectadora inmutable, pero emocionada, sin que nadie lo sepa.

lo que tampoco nadie sabe es el secreto que alberga. cada noche, los bichitos ancianos del local, trepan por la pared, o llegan en vuelo lento hasta ella. la mosca, el escarabajo, la polilla y otros más, que a causa de su avanzada edad, apenas oyen. se encaraman a la deslustrada tuba y toman asiento educadamente, cada noche el mismo sitio para cada uno, en el lugar donde antes se alojaba la boquilla. ese agujero por donde empezaba el sonido que hacía temblar al que lo oía, cuando el músico la besaba en la boca.

ahora, la campana arrugada y todo el serpentín, funcionan al revés, como una gigantesca trompetilla de las que usaban los sordos de antaño. y los bichitos del local disfrutan del jazz, incluso alguna noche que los ritmos más calientes sensualizan el escenario, se puede ver como la abuela cucaracha se levanta de su sitio y se mueve lentamente forzando sus rodillas, cerrando los ojos, mientras en su cabeza los recuerdos de las fiestas de juventud se le muestran como una película. ya nadie sopla la tuba, pero la tuba no está muerta, y cada noche sonríe con las cosquillas que le hacen con las patitas el "Club del bichito jubilado del Populart".