miércoles, 2 de noviembre de 2011
frío
sopla una brisa, y en el rincón más oscuro, se forma un pequeño remolino. una ceniza negra se levanta lentamente en una columna salomónica. luego se hace aguijón. no deja respirar, es tan fino que no te puedes proteger la boca y se te pega por dentro secándote la garganta. el polvillo se mete en los ojos, que se quedan como aceitunas secas, sin vida, arrugados, carbones romos. se te mete en la nariz y ya después todo huele a podrido. se te mete en los oídos y poco a poco el sonido se vuelve un ruido amortiguado e indefinibles. y todo eso sale de dentro. te rodea y te imbuye en su influjo sin poder huir. puede que la lluvia, puede que el viento, puede que el tiempo...
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