jueves, 31 de enero de 2008

imagen e identidad


dicen que el hábito no hace al monje. en la gran ciudad, pero, se aproxima mucho. creo que nace de la necesidad de decir quiénes somos y nos conozcan un poquito. en los pueblos cuesta mucho más encontrar un tipo vestido como un vampiro medieval o como una portada de un disco punk. la gente ya se conoce, los que te rodean tienen clara tu identidad y tus gustos y tú conoces los de los demás lo que te permite relacionarte con normalidad. incluso cuando nos disfrazamos para ir al trabajo o como en carnaval, intentamos añadir alguna nota discreta que nos delate un poco, sea en forma de chapita en el bolso, de pendiente en forma de marihuana, de collar de cuero bajo la corbata, etc...



en la urbe que todo lo devora necesitamos banderas que permitan a las células disgregadas reunirse o al menos identificarse. el aspecto además de tender a identificarnos también muestra cómo estamos. ayer me senté junto a un vagabundo en el metro. poco a poco su hedor casi imperceptible al principio iba impregnando mis fosas nasales y esa saturación empezó a taladrarme el cerebro y tres paradas más tarde me levanté y me fui a otro lugar del vagón. a ese hombre que se excluye de la sociedad voluntariamente, su capa de suciedad también cumple su propósito aislándole aún más incluso en sitios donde es difícil estar solo.



aún así, el acceso a la verdadera persona sólo está a través del diálogo, pero sobre todo de la escucha.

2 comentarios:

Madame M dijo...

¡Qué gran razón! pero, qué poco tiempo tenemos para escuchar. Lanzamos la perorata por no tener que pagar psicólogo y nos identificamos para no tener que dar demasiadas explicaciones... Curioso, sí.

Anónimo dijo...

no es un vampiro medieval..es yoda