jueves, 5 de septiembre de 2013

escenario

no es fácil describir esa sensación. está la técnica, el pobre conocimiento fruto de largas horas de estudio, está la pose, está el orgullo y también un poco la vergüenza e incluso miedo. a veces también el circo y el cortejo velado. pero en algunos breves instantes, además de escasos, todo eso desaparece, y los dedos acarician el mástil como la lengua del adolescente busca su primer beso, la melodía surge y fluye, y parece que no soy yo el que toco y me oigo y casi me veo desde fuera, como un oyente. el vértigo de subir despacio por una babel de notas y culminar delicadamente el ascenso. entonces todo el sudor, todas las lágrimas, todo el hambre y las caminatas para no pagar un taxi, cobran sentido. por esos momentos en que la música es arte y me llena las venas con sonidos y me vacía el alma de oscuridades.

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