domingo, 4 de diciembre de 2016

La carta de los 80 desde dentro

como músico profesional, me voy viendo envuelto en diferentes proyectos. uno de los últimos es LA CARTA DE LOS 80. es una función teatral que me parece difícil de calificar debido a su singularidad. en ella se realizan múltiples viajes. el actor termina interpretando dos personajes, aunque su transición entre uno y otro es progresiva. el público se traslada a un momento y un lugar fuera del teatro. los músicos dejamos de ser simples tañedores de instrumentos para convertirnos en un vehículo que ayuda a las mentes a viajar a esos sitios.
algunos dirán que tener a un personaje grabado en una locución no es teatro, pero resulta que lo que nos narra, en lugar de suceder en el escenario, sucede en un lugar mucho más poderoso: la imaginación del espectador. y eso creo que es precisamente la gracia de una representación teatral, que por mucha o poca escenografía que haya, el salto final hacia la credibilidad se produce en la mente del que mira.
es ese salto el que hace que identifiquemos a ese personaje ausente, que lo referenciemos con alguien de nuestra memoria, ya que es probable que podamos ponerle un rostro familiar.
también es bonito ver que cada actor que viene, le da su giro y su interpretación a su parte, como si los músicos fuéramos la base de un grupo jazz, y el actor el improvisador que toma su solo entre pieza y pieza, convirtiendo en única cada representación.
veo al público (e incluso a nosotros) reír, llorar y emocionarse. si eso no es teatro, que me lo expliquen.

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