domingo, 9 de enero de 2011

metro


yo era el único, de pie, esperando. ruido mecánico y gutural acercándose por el túnel. chirrido de frenos. el tren paró, los viajeros pulsaban nerviosamente los botones de apertura de puertas. no se había detenido correctamente y el último vagón quedaba fuera del andén. por eso no se abrían. el conductor bajó y en su lugar subió un hombre uniformado con un extraño mono rojo. de piel cetrina, sus ojos quedaban oscurecidos bajo la visera de una gorra, roja también. miró hacia mí, pero sólo pude ver su sonrisa de dientes amarillentos. la puerta del conductor en el vagón de cabeza se cerró tras él y al cabo de unos instantes el tren avanzó la poca distancia que le quedaba. los pasajeros volvían a apretar los botones, pero las puertas seguían cerradas. los pasos del conductor que se iba ya no se oían en las escaleras que tenía detrás mío. algunos golpes con las manos abiertas en los cristales. de repente el tren arrancó con violencia. vi caer algunos de los viajeros que estaban de pie. lo que no vieron ellos fue que el tren cabeceó hacia abajo, como una ballena que se sumerge tras tomar aire, y uno a uno, los vagones fueron engullidos bajo la tierra. el silencio se adueñó del andén.
"mejor me vuelvo en taxi", pensé tras unos momentos, y el ruido de mis pisadas atronó en mis oídos mientras daba la vuelta en dirección a la calle.

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