lunes, 10 de noviembre de 2008

barremetros

aquel hombre clareaba mucho ya de la coronilla. los pocos pelos que circunscribían su cabeza como anillo de saturno canoso, le delataban como demasiado mayor para seguir agachándose a barrer lo que los demás tiramos al suelo del metro. su uniforme azul y amarillo fosforito estaba impecable, quizá llevaba poco tiempo, quizá demasiado. barría despacio, con la mirada fija en el suelo. lo que nadie podía imaginar era que su cerebro era una de las mentes matemáticas más brillantes del planeta. alejado de la universidad por varios hechos desagradables aunque no ajenos a su persona, ahora pasaba los días bajo tierra. enterrado con unos auriculares que se parecían a unos normales, aunque un poco sobredimensionados, de escuchar música, pero que en realidad eran un invento suyo consistente en que los altavoces emitían el mismo sonido que llegaba a ellos a través de un micro que llevaban incorporados, pero en fase inversa, con lo que en su interior se producía un silencio absoluto y perfecto. mientras barría, su mente desarrollaba fórmulas, resolvía ecuaciones y se aproximaba cada día más a la fórmula que explicaba el origen del universo. al llegar a casa anotaba sus conclusiones en libretas, que en un futuro unos bomberos confundirían con los síntomas del síndrome de diógenes y terminarían en la incineradora municipal. el hallazgo más grande de la historia hecho humo. mientras, puedes verle en alguna estación y como algunos se ríen de su trabajo sin saber que su anónima grandeza no verá jamás la luz.

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