domingo, 9 de octubre de 2011

como siempre

saltarse un semáforo en ámbar tiene sus peligros. se supone que la luz avisa que te pares. ves el coche que va a atravesar y cruzas igual. puede que lo esquives, puede que no. sabes que no vas a esquivarlo, aún así lo intentas. el bollo no es tan grave al final. te dices a ti mismo que no habías visto la luz, que no habías visto la moto, que el coche lo tapaba. sabías que estarías más tranquilo en la comodidad tras la luz roja, esperando la verde. pero querías saludar, sonreir al coche que venía por tu izquierda, la moto que venía por la derecha. parado hubieras estado más tranquilo, lo sabías. aún así apretaste el acelerador por quedar bien, para que el que viene detrás no te pite porque va nervioso. entraste en la corriente cuando no te gusta que te lleven. escúchate más. no es un consejo porque ya lo sabes. sólo un recordatorio de tu mala memoria. te olvidas porque sueles pararte en los semáforos y cuando te los saltas te llevas a alguien por delante y cuando te bajas a mirar el cadáver, es tu cuerpo el que yace bajo tu propio parachoques. la luz, hay que hacer caso a la luz, sobretodo cuando la oscuridad te llama.

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